top of page

Cuando el silencio se vuelve refugio

Durante mucho tiempo, el silencio no formaba parte de mi vida. Ni en lo laboral, ni en lo familiar, ni en lo personal. Vivía en una especie de piloto automático, entre llamadas, mensajes, reuniones, gestiones, conversaciones, tareas que se encadenaban unas con otras.

El ruido era constante. Y lo peor es que, sin darme cuenta, me acostumbré a él. A ese movimiento continuo que no dejaba espacio para escucharme, ni siquiera para detenerme a respirar.

Hasta que me rompí. Mi cuerpo dijo basta, y con él también la mente. Y entonces, sin buscarlo, apareció el silencio. No el metafórico: el real. Ese que al principio incomoda, porque te deja sola contigo.

ree

Recuerdo los primeros días en casa, en esa recuperación que no fue solo física. El silencio me resultaba extraño, casi incómodo. Después de tanto ruido, no saber qué hacer con el silencio era también una forma de vértigo.

Pero poco a poco, fui aprendiendo a mirarlo distinto. Primero con respeto, casi con distancia. Luego con cierta curiosidad. Y al final, con cariño.

Hoy puedo decir que el silencio se ha vuelto un lugar al que deseo volver. Mi casa, por las mañanas, cuando todos se van y solo quedamos el silencio, mis pensamientos, una taza de café y la luz entrando por la ventana…ese momento me nutre. Me ayuda a pensar, a respirar, a recordar quién soy debajo de tanto hacer.

El silencio ya no me asusta. Ahora lo abrazo con ganas.

Y me doy cuenta de que, en realidad, siempre estuvo esperándome.

🌿No todas llegamos al silencio por el mismo camino.

Algunas lo buscamos, otras lo tropezamos. Pero cuando lo dejamos entrar, empieza algo nuevo. Un tipo de calma que no es ausencia, sino presencia. Un espacio que no vacía, sino que sostiene.

💚Quizá el silencio no sea solo un descanso del ruido.


Quizá sea el lugar donde una, por fin, se vuelve a encontrar.

 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page