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Mi propia pausa no fue una elección

Actualizado: 17 ago

¿Y si te dijera que mi pausa llegó por obligación?


En "Mamá en Pausa", hablamos mucho de la importancia de cuidarnos, de encontrar espacios para nosotras en el ajetreo diario de la maternidad. Pero hoy quiero ir un paso más allá y compartir una verdad incómoda: mi propia "pausa" no fue una elección consciente. No me senté a planificarla con la calma que ahora promuevo. Mi pausa fue impuesta. Fue el resultado de ignorar demasiadas señales, de estirar la cuerda hasta que se rompió. Y esa, sin duda, ha sido una gran lección.


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El "Tengo que poder con todo": La negación de la realidad


Como muchas de vosotras, llevaba años viviendo bajo la creencia de que ser madre de adolecentes con neurodivergencia significaba ser una superheroína. Que descansar era un lujo, que pedir ayuda era un signo de debilidad y que mi lista de tareas pendientes siempre, siempre, era más importante que mi propio bienestar. Me negué a ver la realidad. El cansancio crónico, la irritabilidad constante, la sensación de estar siempre "al límite" o con la cabeza a mil por hora, se convirtieron en mi nueva normalidad.

Me decía a mí misma: "ya tendré tiempo", "esto es solo una etapa", "otras pueden, yo también".

Había una voz interna insistente que me repetía que era insustituible, que mi responsabilidad era tan grande que no podía permitirme bajar la guardia. Me sentía atrapada en un ciclo de autoexigencia, y puede que mi orgullo me impidiera reconocer que estaba fallando... no a los demás, sino a mí misma.

Fue mi entorno de confianza quien me ayudó a abrir los ojos. Me ayudaron a ver la magnitud de mi agotamiento, tanto físico como emocional. Me indicaron, con firmeza y claridad, que era hora de parar.

Esa experiencia me enseñó una lección que hoy quiero compartir contigo: la escucha activa de una misma no es un lujo, es una necesidad vital. No podemos esperar a que nuestro cuerpo o nuestra mente nos den un ultimátum. La pausa, el descanso, la introspección, son herramientas para prevenir la caída, no solo para recuperarse de ella.

Sé lo difícil que es. Sé la culpa que puede generar. Sé la presión que sentimos. Precisamente por eso estoy aquí. Porque a mí también me costó (y a veces me sigue costando) encontrar y priorizar mis momentos de pausa. Decir un NO para darme un Sí a misma.



¿Alguna vez has llegado a tu límite por no escucharte? Te escucho.

 
 
 

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