La culpa
- Elisenda Casas Cancer
- 6 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 ago
¿Y si la culpa es una de las emociones que te impide cuidarte?
La culpa no existe. Es una emoción socialmente inventada.
Cuando nacemos, no sentimos culpa ni vergüenza. Un bebé no se disculpa por llorar o por pedir lo que necesita. Es a medida que crecemos, en función de nuestro entorno y de la sociedad en la que vivimos, que nos enseñan a sentirnos culpables.
Hoy quiero que hablemos de esa voz que te susurra que "no eres suficiente", que "deberías estar haciendo más" o que eres "egoísta" por darte un respiro. Una voz que se siente real, pero que en el fondo es una idea que nos han inculcado. La culpa es una emoción socialmente fabricada, no una verdad intrínseca.
De dónde viene esa voz
Esa sensación de culpa no aparece de la nada. Suele venir de tres lugares muy comunes, que a menudo se confunden y se refuerzan mutuamente:
La autoexigencia: No se trata solo de hacer cosas, sino de hacerlas perfectas. Es la voz que te dice que la comida debe ser nutritiva y variada, que la casa debe estar impecable y que cada momento con tus hijos debe ser memorable. La culpa aparece cuando no alcanzas ese estándar de perfección que es, en la práctica, imposible.
La creencia de que "hay que poder con todo": Esta es la idea de que somos inagotables. Es la voz que te exige ocuparte de todo (la casa, los niños, la compra, el trabajo...) y sin pedir ayuda. La culpa te castiga cuando tu cuerpo o tu mente te piden una pausa, y sientes que no puedes gestionar todo.
La poca importancia del autocuidado: El autocuidado no se ve. Nadie te aplaude por tomar una ducha tranquila o por meditar cinco minutos. Y sin ese reconocimiento externo, es fácil sentir que no es importante o que no lo mereces. Es una trampa, porque solo tú sabes lo vital que es para tu bienestar.

Soltar el peso de la culpa
El primer paso es ver la culpa por lo que es: una señal, una advertencia. Recuerda que todas las emociones son importantes. Cada una de ellas nos advierte de algo.
Cuando se presenta, en lugar de obedecerla, podemos entenderla. La próxima vez que aparezca, prueba esto:
Obsérvala sin juzgar: No te pelees con ella. Solo nota que está ahí y di: 'Ah, hola, culpa'. Esto le quita poder y minimiza su impacto.
Identifica la causa: ¿De dónde viene? ¿Es por no haber sido la 'madre perfecta', por no haber podido con todo?
Redefine la acción: Si te sientes culpable por cuidarte, reformula la idea. El autocuidado no es egoísmo, es una elección. Estás recargando tus fuerzas para poder seguir cuidando de los demás. Cuidarte a ti misma es la acción más amorosa que puedes hacer por tu familia.
Una vida sin culpa
Tu bienestar no es algo que debas ganar. Es algo que mereces. Al soltar la culpa, no solo te das un respiro, sino que también le demuestras a tu familia, y a la mujer que eres, que tu calma y tu paz son un pilar innegociable.
Y ese, sin duda, es el mejor legado que puedes dejar.
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